Vol. 34, Nos. 3 y 4, Abril 2002


Publicado en: martes 30, abril, 2002

(1) «¿Hacia dónde ahora para los estudios de los futuros?» (Where now for futures studies?), R. A. Slaughter (pp. 229-233).

(2) «Una comunidad de futuristas y el estado del campo de los futuros» (A community of futurists and the state of the futures field), Wendell Bell (pp. 235-247).

Las críticas a los estudios de los futuros deberían ser evaluadas en comparación con las hechas a otros campos. Por ejemplo, comparados con las disciplinas establecidas, los estudios de los futuros están menos fragmentados y tienen muchas características positivas. También, las controversias entre futuristas no significan que los estudios de los futuros no sean un campo. Por el contrario, una de las marcas de sello de cualquier campo de inquisición es que sus miembros constituyen una comunidad que disputa. Más aún, los estudios de los futuros están unificados por redes intervinculadas y con traslapos de comunicaciones e influencias entre futuristas, una matriz transdisciplinaria compartida, y el crecimiento de un canon futurista. El futuro de los estudios de los futuros es brillante, porque es razonable suponer que los futuristas serán capaces de establecer el campo en la mayoría de los colegios y universidades del mundo.

(3) «Una visión de los estudios de los futuros» (A vision of Futures Studies), Eleonora Barbieri Masini (pp. 249-259).

El artículo mira a los estudios de los futuros desde el punto de vista de la autora, quien ha pasado más de 30 años en el campo, con especial referencia a la Federación Mundial de Estudios de los Futuros. Sugiere que las visiones son esenciales para conducir estudios de los futuros y que la educación en estudios de los futuros es vital para preparar a nuevas generaciones orientadas hacia el futuro. La autora apunta que alrededor del mundo las mujeres están desarrollando alternativas silenciosas a las sociedades actuales engranadas al conflicto y la violencia; ello podría conducir a cambios no violentos de los que muchos no se han dado cuenta. Los estudios de los futuros se beneficiarán también de examinar futuros de culturas ya que parece que estamos desarrollando una nueva cultura de paz.

(4) «Estudios de los futuros en el Siglo 21: un punto de vista basado en la realidad» (Futures studies in the 21st Century: a reality-based view), Michael Marien (pp. 261-281).

El pensamiento de futuros de varias maneras podría o no estar expandiéndose. Pero claramente es una actividad siempre cambiante, y que parece estar cada vez más fragmentada por cultura, temática, estilo e ideología. Los «estudios de los futuros», como un subconjunto de esta actividad más amplia, son altamente problemáticos como una entidad viable, debido a siete mitos invalidadores: que los estudios de los futuros son un campo; que los futuristas son generalistas; que los futuristas son principalmente «futuristas»; que los estudios de los futuros hacen lo que nadie más hace; que los estudios de los futuros son generalmente comprendidos y apreciados; que los estudios de los futuros son algo estático; y que los estudios de los futuros son una comunidad. En contraste con estos mitos idealizados pero sin soporte, el mundo del pensamiento sobre los futuros se presenta como realmente es, con base en la preparación por parte del autor de más de 20,000 resúmenes de literatura relevante para los futuros a lo largo de los últimos 30 años. La complejidad de fondo y la amplia diversidad se bosquejan en tres cuadros sinópticos sobre las seis categorías intencionales de pensamiento de futuros (y 115 diferentes términos que han sido usados), 17 categorías temáticas generales, y 12 continuos genéricos sobre los cuales pueden localizarse los pensadores de futuros. Con base en esta realidad compleja y borrosa, los estudios de los futuros deberían abrazar su distinción y procurar ser un campo horizontal conectando a todos los demás -una red visible, respetada y siempre en renovación de núcleos modestos para pensar en la «gran imagen» de manera integrada sobre las tendencias y visiones de futuros probables, posibles y preferibles. Para alcanzar este estado en las décadas por venir, los estudios de los futuros deben comunicar una visión compartida y comunicada frecuentemente, enfatizar todas las seis categorías intencionales (especialmente integración e interrogación), desarrollar un sistema global serio de información (y usarlo), establecer una presencia académica en las principales instituciones, combatir a descalificadores ignorantes de los futuristas, promover excelencias múltiples, comprometerse en el reclutamiento y entrenamiento de «segunda profesión», y asegurar un financiamiento adecuado. Estas acciones son necesarias para establecer cualquier comunidad significativa de «estudios de los futuros».

(5) «Implicaciones de dos nuevos paradigmas para los estudios de los futuros» (Implications of two new paradigms for futures Studies), Eva Hideg (pp. 283-294).

El artículo considera el surgimiento de dos perspectivas recientes en el trabajo de futuros. Una es la de estudios del futuro evolucionarios. La otra son los estudios de futuros críticos. Luego de describir aspectos de cada una de ellas, el artículo las considera como paradigmas rivales alternativos en relación con criterios que incluyen: el papel del ser humano como sujeto; el papel de la interpretación; y las diferencias en las premisas metodológicas. Concluye que ambas han contribuido al desarrollo de métodos de futuros, pero todavía permanecen sin ser resueltos varios problemas teóricos y metodológicos.

(6) «¿Reduccionismo o complejidad por capas? Los futuros de los estudios de los futuros» (Reductionism or layered complexity? The futures of futures studies), Sohail Inayatullah (pp. 295-302).

Los estudios de los futuros probablemente evolucionarán a través de cambios en cinco áreas. Estas son: (1) de elaboración de pronósticos al aprendizaje de acción anticipatorio; (2) de reduccionistas a complejos; (3) de horizontales a verticales; (4) de investigación empírica de corto plazo al regreso de la historia larga, incluyendo grandes narrativas; y (5) del desarrollo de escenarios a los futuros morales.

(7) «Del cambio al progreso: espiritualidad crítica y los futuros de los estudios de los futuros» (From change to progress: critical spirituality and the futures of futures Studies), Marcus Bussey (pp. 303-315).

Este artículo argumenta que para que los estudios de los futuros tengan un futuro que sea relevante para los actuales cambios en significado y consciencia, debe incorporar en sus métodos y prácticas un sentido de misterio fundado en una sensibilidad espiritual crítica. La espiritualidad crítica redefine la racionalidad y el empiricismo incluyendo dentro de su marco de referencia tanto a lo somático como a lo meditativo como componentes válidos y necesarios de cualquier actividad de investigación. En el corto plazo esto significa un cambio alejándose de la actual obsesión occidental con el cambio y dar un paso atrás para permitir una distancia crítica para entender que es en la apreciación del progreso -un cambio fundamental en la conciencia para incluir las dimensiones espirituales de la experiencia humana- que surgirá el discurso para llevar a los estudios de los futuros al corazón de la renovación civilizacional. Al permitir el misterio, el silencio y el empiricismo meditativo requeridos para acceder a estas categorías, la espiritualidad crítica reduce la brecha entre pensamiento y acción, y permite así que surja una práctica académica verdaderamente transformadora. La idea de progreso ha sido central para el desenvolvimiento del proyecto modernista durante el siglo pasado. Con todo, conforme el siglo se acercó a su fin, se volvió crecientemente difícil mantener fe en la idea en vista de la creciente desilusión y la obvia falla del modernismo para entregar lo que la gente deseaba más: felicidad nacida del logro personal. Un creciente rango de voces en el campo de futuros críticos ha estado cuestionando la suposición de que el cambio en términos materiales es igual a progreso. Estas voces caen en cuatro áreas principales: (i) pensadores postmodernistas y postestructuralistas; (ii) feministas empoderando el discurso postmoderno con análisis cargados de valores del poder; (iii) pensadores postcoloniales con una deuda a los teóricos neo-marxistas y críticos; y (iv) pensadores neo-humanistas con inversiones en todas las tres anteriores, que trabajan desde una perspectiva espiritual crítica. En este artículo, el autor argumenta que las visiones neo-humanistas de los futuros de los estudios de los futuros es una que ocupará de manera completa al potencial humano, activando una metodología espiritual crítica. Esto es importante ya que muchas de las herramientas de los trabajos de futuros tienen en realidad la intención de ser usadas en la anticipación y administración del cambio (de manera acrítica) pero son poco relevantes cuando se considera la naturaleza del progreso. Aquellos métodos y técnicas que se ocupan de los procesos menos analíticos y más visionarios de los futuros son mucho más relevantes para el progreso, porque involucran de manera activa a los individuos en el acto de «construcción de futuros» en oposición del «escandido de futuros». «Progreso» es usado aquí con el significado de cambio fundamental en la conciencia tanto de individuos como de la mente colectiva. Es esencialmente espiritual y no tiene restricciones temporales o espaciales claras, siendo eterno o, como lo ha propuesto Joanna Macy, está anclado en el «tiempo profundo». El cambio, por otra parte, está muy asociado con el movimiento técnico y material, no teniendo conexión con el tejido interno de la psique humana. En él no hay una apreciación del espíritu, aunque se presta gran atención al producto interno bruto y la última innovación técnica que ha llegado al mercado. Los estudios de los futuros tienen el potencial para responder a los futuros dilemas humanos; pero para caberlo necesitará hacer el esfuerzo de abrazar herramientas y conceptos que están más allá del estrecho paño de la racionalidad académica actualmente constituida. Está emergiendo ya dentro del campo un espacio más amplio que no sólo tolera sino promueve procesos imaginativos y creativos que rompen la mojigatería intelectual de quienes están apegados a su propia disciplina y tienen poca capacidad para imaginar más allá de confines estrechos y auto impuestos. Así, el autor encuentra que la música y las canciones, la poesía y los cuentos, el arte y el teatro don vehículos efectivos para trabajar sobre formas más profundas de conciencia. Los talleres para construir visiones e imaginar, tales como los realizados por Joanna Macy, Elise Boulding, John Seed y Warren Ziegler (para mencionar sólo algunos) están creciendo en poder y sofistificación. La meditación y otras prácticas de reflexión -la búsqueda espiritual- que intentan llegar a las profundidades del alma humana se vuelven relevantes cuando se ven dentro de una definición más amplia de racionalidad e investigación. Claramente los futuristas necesitan ser capaces de evaluar y describir cambios probables en el corto, mediano y largo plazos, pero su objetivo central debería ser facilitar áreas del empeño humano que pueden beneficiarse de un vínculo más estrecho entre acción, la conciencia que informa y dirige la acción, y el espíritu que está detrás de la conciencia. Está igualmente claro que no todas las tendencias futuras son igualmente relevantes para esta capa más profunda de operación dentro de los estudios de los futuros.

(8) «Planeación corporativa, pronósticos y la onda larga» (Corporate planning, forecasting, and the long wave), H. A. Linstone (pp. 317-336).

La tecnología jugará en el Siglo 21 un papel tan vital al menos como el que tuvo en el Siglo 20. Por lo tanto, es importante abordar los asuntos relativos a la tecnología que enfrentan los estudios de los futuros. Las propias dos décadas de experiencia del autor en la planeación corporativa y tres décadas en la edición profesional de una revista, le sugieren una correlación de los agrupamientos de innovación, la planeación corporativa y la elaboración de pronósticos tecnológicos con los bien conocidos ciclos de ondas largas de 50-60 años. Observamos la consolidación del conocimiento asociado con la fase de ascenso de la cuarta onda larga, así como la destrucción creativa e innovación del conocimiento que corresponden al cuarto descenso. Se consideran las implicaciones para los planificadores en la quinta onda larga que se aproxima.

(9) «Un punto de vista de un practicante sobre el futuro de los estudios de los futuros» (A practitioner’s view of the future of futures Studies), Andy Hines (pp. 337-347).

Este artículo mira al futuro de los estudios de los futuros durante los próximos 20 años desde el punto de vista de un practicante. Empieza con desarrollos favorables para los estudios de los futuros en el contexto organizacional. El cuerpo principal cubre cómo los estudios de los futuros pueden tomar ventaja de éstos y otros desarrollos más favorables. Luego anticipa algunos retos metodológicos y profesionales clave y cómo podrían enfrentarlos los estudios de los futuros. Concluye con algunos pocos comentarios sobre los prospectos de auto-actualización de los estudios de los futuros. El mayor reto único para los estudios de los futuros durante la próxima generación será, desde mi punto de vista de practicante, ir más allá de los ciclos en el interés en el futuro e integrar firmemente a los estudios de los futuros en el contexto organizacional. La experiencia del autor a la fecha lo convence de que nos hemos ganado «el derecho a practicar», y ahora debemos enfocarnos durante las siguientes pocas décadas a enterrar raíces «dentro». Las buenas noticias son que existen varios desarrollos que sugieren que ésto no sólo es un futuro preferible sino uno probable.

(10) «Estudios de los futuros como un catalizador civilizacional» (Futures studies as a civilizational catalyst), Richard A. Slaughter (pp. 349-363).

Para principios del Siglo 21 los estudios de los futuros se habían desarrollado en una meta-disciplina de cobertura mundial con un rango de metodologías, una literatura rica y una base de conocimientos sustantiva. Un número pequeño, pero creciente, de universidades alrededor del mundo proporcionan grados avanzados en Estudios de los futuros. Con todo, a pesar del amplio uso de métodos de futuros tales como la técnica Delfos, al análisis de tendencias y la planeación por escenarios en busca de estrategias corporativas, las perspectivas sustantivas de futuros centradas en las preocupaciones civilizacionales de largo plazo siguen estando subdesarrolladas o ausentes al interior de la mayoría de las organizaciones y ambientes. Este artículo considera el surgimiento de los estudios de los futuros durante el Siglo 20, algunas implicaciones para los estudios de los futuros de lo que el autor llama el «reto civilizacional» y un número de estrategias que podrían ser usadas para incrementar la situación y efectividad de los trabajos de futuros en las décadas venideras. El artículo adopta el punto de vista de que el objetivo último de los estudios de los futuros en este momento es ayudar a crear los cimientos de una nueva civilización.

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