Publicado en: miércoles 19, junio, 2013
(1867-1946; Bromley, Kent, Inglaterra)
Escritor, novelista, historiador y filósofo.
Obtuvo el título en zoología del Programa Externo de la Universidad de Londres (1890).
En 1883 realizó su primera incursión en la exploración del futuro, al presentar en la sociedad de debates de su escuela un artículo titulado «El pasado y el futuro de la raza humana» («The Past and the Future of the Human Race»). En 1901 publicó, en la revista The Fortnightly Review, una colección de ensayos titulada Anticipaciones (Anticipations of the Reactions of Mechanical and Scientific Progress upon Human Life and Thought), un esfuerzo importante por explorar las nuevas tendencias de la sociedad, donde analiza los factores de cambio en lo tecnológico y lo social, y que se convertiría en modelo de los escritos no ficticios sobre el futuro. Si bien los primeros capítulos se refieren a temas como la llegada de la aviación, las grandes carreteras para los automóviles, suburbia como la triunfadora frente a la ciudad y el campo, las casa prefabricadas y dispositivos y químicos para el hogar, en capítulos posteriores Wells se aventura en asuntos pertenecientes a la sociología, anticipando para finales del Siglo 20 el colapso del capitalismo y del sistema de estados nacionales, previendo que el control terminará por escapar de las manos de los políticos y los grandes empresarios.
En 1902 sugirió, en una conferencia dictada en la Royal Institution, publicada ese mismo año como un libro breve titulado El descubrimiento del futuro (The Discovery of the Future), la necesidad de crear una ciencia del futuro. En ella señaló que la mayor parte de las personas están casadas con el pasado, pero que el futuro está descubriéndose. Se preguntó: «¿Qué nos impide construir este creciente cuerpo de pronósticos en una imagen ordenada del futuro que será tan cierta, tan estrictamente ciencia y quizá tan detallada como la imagen que se ha construido en los últimos cien años para construir el pasado geológico?». Según él, de manera creciente las personas estaban cambiando su paradigma de lo realizado a lo por venir: «Vamos hacia el futuro. El mañana es el evento para nosotros; en él está todo lo que resta por ser sentido por nosotros y nuestros hijos y todo lo que es querido para nosotros… Toda la gente piensa que el pasado es cierto, definido y conocible; muy pocos creen que es posible conocer algo sobre el futuro. Recientemente un amigo me aseguraba que no es posible saber nada más sobre el futuro de lo que es posible saber hacia dónde saltará un gato… Es nuestra ignorancia sobre el futuro y nuestra persuasión de que esa ignorancia es absolutamente incurable la que por sí sola le da al pasado su enorme predominancia en nuestros pensamientos. Pero a través de los tiempos, la larga y continua sucesión de adivinadores de la fortuna – y éstos aún florecen – son testigos de la siempre latente sensación de que después de todo podría haber una mejor clase de conocimiento – una de mayor servicio – de la que hoy poseemos». Wells sugiere que buscando las causas operativas y criticándolas persistentemente y concienzudamente, sería posible hacer inferencias hacia delante en el tiempo en lugar de hacia atrás y lograr un conocimiento de las cosas (sociales, no individuales) por venir de manera clara, universalmente convincente y de mayor importancia para la humanidad que tener una visión clara del pasado; se lamenta de que hasta entonces ninguna mente de primera clase se hubiese enfocado nunca sobre estos asuntos. Agrega que la justificación de la ciencia es su capacidad profética: «Mientras una teoría científica no produce pronósticos de confianza, es poco sólida y tentativa». Es por todo lo anterior que muchos señalan a Wells como el parteaguas entre los viejos modos de predicción como ficción y las técnicas modernas de pronóstico, empleando sus historias como medio para trazar la trayectoria crítica de la probabilidad. Hay quienes, como Warren Wagar, lo tienen, por esta conferencia, como el «padre de los estudios sobre los futuros». Wells considera que el mérito de su obra, que tanto disgusta a sus críticos, no reside en sus historias o su mérito artístico, sino en que plantea un «nuevo sistema de ideas», que puede denominarse como un utopismo operacional, reconociendo estar en deuda por él con Nietzsche y Darwin.
En 1905 publicó Una utopía moderna (A Modern Utopia), donde relata la historia de sus aventuras personales en las entrañas de las filosofías utópicas. En ella escribe: «Creo que se está acercando el momento en que será posible propugnar una exploración sistemática del futuro. La factibilidad de esta empresa no debe ser juzgada por las fallas del pasado. Hasta ahora nada se ha intentado…Hasta ahora ningún espíritu de primer orden se ha orientado hacia estos problemas…Creo que nos sentimos inclinados a infravalorar nuestras posibilidades de conocimiento cierto del futuro, del mismo modo que estamos inclinados a ser demasiado crédulos sobre el pasado histórico…». Wells se declara partidario de estudiar las fuerzas sociales como predictor: «Y cuanto más se inclina uno a esta confianza en las fuerzas {sociales} más creerá uno en las posibilidades de una visión razonada, inductiva, del futuro que nos serviría en política, en moral, en asuntos sociales y en miles de espaciosas formas… La dirección deliberada del estudio histórico y del estudio económico y social hacia el futuro, y una creciente referencia, una referencia deliberada y valiente, al futuro en la discusión moral y religiosa, sería enormemente estimulante y enormemente rentable para nuestra vida intelectual».
Publicó varias novelas y ensayos relativos al futuro; entre ellos: La máquina del tiempo (The Time Machine) (1895), una imagen darwiniana y marxista del mundo en el año 802,701, en la que Charles Darwin tiene la última palabra; El hombre invisible (The Invisible Man, 1897); La guerra de los mundos (The War of the Worlds, 1898); Cuando el durmiente despierta (When the Sleeper Wakes) (1899), en la que anticipa un mundo de tiranía corporativa y condicionamiento del comportamiento, anticipando el Valiente Nuevo Mundo (Brave New World) de Aldous Huxley (1894-1963; Inglaterra); Los primeros hombres en la luna (The First Men in the Moon) (1901); Anticipaciones del impacto del progreso mecánico y científico sobre la vida y el pensamiento humanos (Anticipations of the Reaction of Mechanical and Scientific Progress upon Human Life and Thought) (1902), en la que imagina un futuro en el que una élite de ingenieros, médicos y científicos controlan y limitan enormemente a las masas no funcionales; Los primeros hombres en la Luna (The First Men in the Moon) (1902); El futuro en América (The Future in America, 1906); Nuevos mundos por viejos (New Worlds for Old, 1908); El mundo liberado (The World Set Free, 1914), en la que prevé el descubrimiento de la radiactividad artificial, la liberación de la energía atómica, el desarrollo de las bombas atómicas, y una guerra entre Francia, Inglaterra y Estados Unidos contra Alemania en la que todas las principales ciudades del mundo son destruidas por bombas atómicas; ¿Qué está viniendo? (What Is Coming?, 1916); El perfil de la historia (1919); La conspiración abierta (1922); Un año de profetizar (A Year of Prophetysing, 1924), El destino del homo sapiens (1939); y La mente a la orilla del abismo (1945).
Después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), redactó una historia de la humanidad en tres partes, titulada Esquema de la Historia Universal (Outline of History,1920), en la que colaboró Julian Huxley.
Por sus escritos relacionados con la ciencia, en 1970 se decidió llamarle en su honor H. G. Wells a un astroblema lunar ubicado en el lado oscuro de la Luna.
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